Refugio de Leyendas

Cuentan que en una remota parte del hemisferio sur, en un extraño país, existe un pueblo todavía mas extraño. Lo que se cree de este pueblo solo se rumorea, ya que nadie puede dar con la verdadera historia, mitad porque a nadie le importa mitad porque a nadie se encuentra para que lo confirme, se dice que este pueblito esta ubicado en una quebrada a la cual no le faltan ninguna mezcla de colores, las piedras parecen restos de otros planetas, las aguas corren libres de pecados causados por los nativos del lugar. Los vientos son caricias que recuerdan viejos amores y los silencios provocan reflexiones que nunca se pueden olvidar pero tampoco se pueden recordar.

Toda esta belleza esta custodiada por extrañas criaturas voladoras, a las cuales se les acredita el cargo de espías de los cielos divinos y a la vez se dice que conocen la entrada a los senderos de los infiernos. Estas criaturas llevan el nombre de cóndores, pero se trata de no nombrarlos mucho ya que nadie conoce su verdadero poder.



Este pueblo no sería distinto de cualquiera de los pueblos fantásticos que existen dentro y fuera del cosmos, si no fuera por lo que ocurre adentro:
Se tienen datos no exactos de que por sus calles corren ángeles juguetones corriendo las piedras de aquí para allá. No sin un dejo de nostalgia por las épocas milenarias donde venían con su creador a pasar las vacaciones durante los días que no trabajaban creando el mundo; pero aun mas curioso que ángeles tristes pintando el cielo, formando senderos, es la existencia de una casa extraña.

Parece que esta casa no deja de ser común a las del resto del caserío si no fuera por lo que adentro esconde:
Se cuenta que en una esquina se pueden encontrar legiones de espíritus, ángeles celestiales, demonios de toda calaña y por supuesto...parroquianos del pueblo.
El tema eterno de debate entre ellos es el siguiente: dicha casa es la mismísima puerta al infierno o la entrada a las mansas aguas del paraíso.
Lo curioso de dicho debate es que ambas partes se pelean durante toda una eternidad (que es la hora de la siesta) por adueñarse de la casa.

Lo mas curioso aun, es que los posaderos de dicha casa, ajenos a toda disputa, dejan que sus vidas transcurran mansamente, riéndose de las disputas y mas aun logran atraer de una extraña manera a cuanto viajero cansado de caminar y de sus penas lleguen de extrañas y lejanas comarcas. Pero el extraño debate eterno parece tener origen en un extraño elixir que prepararían dichos posaderos y cuya formula guardarían bajo siete candados, en siete cajas de plata y que además estaría escondida en una terraza custodiada por siete dragones.

Se cuenta que este elixir mágico tiene un gran poder y por eso la gran disputa, este poder reside en que todo parroquiano o viajero que pase sus puertas ya no sufre penas, se olvida de los desamores, ya no entiende la palabra soledad y su alma solo conoce el regocijo de la plenitud.

Claro que tiene sus contras ya que todo el que pasa esa puerta ya no quiere salir y no recuerda la palabra tiempo ya que su espíritu cree que llego al paraíso y no tiene ganas ya de direcciones para saber si realmente esta en su lugar.

De aquí nace la dificultad en obtener verdaderos datos ya que nadie se anima a tomar la carretera que va a este pueblo por miedo a enamorarse y no regresar
Y los que salieron viven en una extraña desdicha y solo esperan tristes y melancólicos el día en que puedan

Juan Pablo Romero
(Homer)

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