La reconoció en una fiesta que organizó con amigos, con el objetivo cumplido, pero por una razón infantil empezó por la amiga, quién le resultaba divertida. Igual los dos se mantenían la mirada al verse, pero necesitaron otra fiesta para estar juntos. La amiga además de divertida resultó comprensiva, así que no le importó mucho el cambio.
Era de una belleza increíble, además de dinámica y muy activa. Disfrutó estar con ella en todo sentido y aunque supo desde el principio que no debía enamorarme, no logro convencerse y aunque hacía tan solo unas semanas que se veían, se le ocurrió demostrar su afecto con un ramo de rosas rojas que llevó por sorpresa hasta su casa.
Pero las rosas, rojas como la sangre, inevitablemente traían espinas. Tan solo al fin de semana siguiente aceptó ir a bailar a una disco donde ella frecuentaba y se dio cuenta realmente con quien se había metido: Ella era la reina de la noche en ese lugar, pero lamentablemente él era solo un súbdito mas y si bien su belleza era indescriptible no pudo soportar su indiferencia, ni que otros también aspiraran a acompañar su corona y convertirse en el Rey del momento.
No apto aun su mente a compartir su pareja con tantas personas decidió recorrer su reino y buscar una chica que tenga ganas de abandonar ese castillo nocturno y convertirse esa noche en Príncipes de algún remoto, temporal y fugaz refugio.
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