Verano del 96

Comenzó junto con el verano, caliente. Ella se presentó como la pareja de un amigo, de la cual era confidente de sus problemas de pareja. Esto le remordía la conciencia entre el deber y el querer.
El instinto es sabio dicen y se dejo llevar por él, entonces pasó de escuchar los problemas que ella tenía con su pareja a encontrarse en una esquina con ella gritando a los vientos que se amarían por siempre.
De ahí no fue fácil salir, pero bueno, en las relaciones: ¿Cuándo las cosas son realmente fáciles? Habló con su amigo formalizando la situación y dejó que ella también lo resuelva a su manera. Disfrutaron de la noche buena, la navidad, el año viejo y el nuevo juntos.
Las clases habían terminado por lo que se la pasaban en la piscina. Si no era la del club, en una finca, o si no en la casa de ella, una más sencilla pero refrescante a pesar de ser un verano sin viaje de vacaciones. La semana la pasaban al sol y el fin de semana a la luna, en bailes, bares, cumpleaños y fiestas mas privadas en el altillo de su casa. Una época muy linda me dijo, una de las chicas mas lindas.
El otoño fue haciendo caer las hojas de los árboles, cambiando el paisaje, dando paso a la llegada del invierno y esos siete meses que arrancaron con un cálido verano se fueron enfriando a la llegada del primer invierno y el destino cruel, pero justo en este caso, quiso que ella encontrara otro nuevo confidente a quien jurarle su amor. Ese fue quien se la llevó. Sin muchos rencores, el observó simplemente como se iba mientras él quedo otra vez, al costado del camino.

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